El “gato” es un delicioso quequito costarricense, esponjoso, de forma rectangular y con dos capas rellenas de jalea de guayaba o piña. Su cubierta, un almíbar de azúcar rojo, le da un toque distintivo. Este dulce tiene sus raíces en la cocina francesa, introducida en Costa Rica en el siglo XIX, cuando las técnicas culinarias francesas llegaron a las panaderías de la capital, especialmente a través de instituciones como el Colegio de Nuestra Señora de Sion.
El nombre “gato” proviene del término francés gateau, que significa pastel dulce. A lo largo de los años, el “gato” se hizo muy popular debido a su bajo costo y facilidad para adquirirlo, convirtiéndose en una de las opciones favoritas para las meriendas, conocidas por los ticos como “tosteles”.
En la década de 1940, el “gato” se vendía comúnmente en panaderías, refresquerías y pulperías, y se acompañaba con café o frescos artesanales. Hoy en día, muchas panaderías mantienen esta tradición, ofreciendo el “gato” tanto individualmente como en empaques con varias unidades, convirtiéndolo en un símbolo de la repostería costarricense.
“Veamos este video en Instagram sobre este boquidallo, el gato, por @sanjosecitystriders. ¡Veamos este video interesante!”
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